Deseos nocturnos me empujan por
el acantilado, las migajas de los sueños
me conducen a la mar de los deseos.
Me sumerjo lentamente en la marea
de tu muda voz… evaporando poco a poco la densa duna de tu barba.
Nadando entre las lunas de tus
besos imagino la perla de tus ojos, perla de nácar, blanca, desconocida aún.
Me dejo llevar por el
oleaje de tu risa, por mi imaginación, por mis deseos… porque tú, como reflejo del faro que se percibe en la
mar… eres tan real e inexistente.